¡Qué especiales son
las cosas que se hacen por primera vez! ¿verdad?
Nadie olvida nunca
su primer beso, tan lleno de adrenalina, de pintura de labios, todo bajo ese
tufillo ochentero que obnubila y
de cómo, justo un instante antes, tu virginal vocecilla interior grita a pleno
pulmón: “¡Ooouuuyeeaaah madafaca!”
¿Quién podría
olvidarlo? Estaréis de acuerdo con nosotros; cualquier cosa hecha por primera
vez tiene un sabor inolvidable. Sucede con tu primer vuelo en avión fuera de la
“comarca”, tu primera Nochevieja sin hora, tu primer curro, y cómo no, con la
joya de la corona de las primeras veces, tu primer gran tralarítralarí… Ay,
esas primeras veces…
Desde
Katiuska queremos romper una lanza en nombre de esas primeras veces… ¡y
clavarla en lo más profundo de todos y cada uno de esos dichosos momentos!
Porque queridos
terrícolas, idilios literarios aparte, ¡las primeras veces son un absoluto
desastre! Sí, un desastre, ¡y lo sabéis!
Tu primer gran
tralarítralarí no tuvo nada de grande, ni de ancho ni de largo. Si recuerdas tu
primera Nochevieja sin hora es porque algún colega te la ha contado,
probablemente las palabras “ataque de ansiedad” cobraron sentido en mitad de tu
primer vuelo. Y en fin, el primer curro (para quien lo consigue) es lo más
parecido a recoger algodón en 1840…
Lo siento pero no
cuela, en Katiuska estamos radicalmente en contra de las primeras veces y
totalmente a favor de las segundas. Y os contamos por qué:
Hace unos tres años
y pico, abrimos por primera vez una cuenta en facebook, otra en twitter y el
blog de esta web. El resultado, como el de todo lo que se hace por primera vez,
no pudo ser más desastroso. Años después (por equivocación) volvimos a mirar
las cuentas y el escenario encontrado era tan desolador como los vuelos del
aeropuerto de Castellón.
Por eso, con toda
la sabiduría y experiencia que nos da el haber fracasado todos estos años,
queremos retomar con energías renovadas esta aventura llamada Redes Sociales,
comprometiéndonos (con nosotros mismos) a crear contenidos sorprendentes,
compartir proyectos y ,sobre todo, desfogar la ira del día a día con cachondeo,
mucho cachondeo.
Volvemos
más fuertes que nunca. O al menos más fuertes que la primera vez…