lunes, 29 de septiembre de 2014

El Copy, ese animal mitológico

       Hola a todos, soy el “copy” de Katiuska, o eso dicen. Me gustaría mantener mi identidad en el anonimato por si un día de estos, por lo que sea, me levanto raro y cometo algún delito de sangre.

       Mis “compañeros” del Estudio me han “regalado” esta sección para que escriba algo de vez en cuando y desfogue mi ansia literaria.


       Cuando me lo plantearon pensé: “¿De verdad queréis que escriba…? Si dedico tiempo a escribir, ¿quién se encargará de regar las plantas, barrer la oficina o recogeros la ropa del tinte? ¿Quién hará todo ese trabajo?” 

       La respuesta fue contundente : “No, no te preocupes, eso también lo seguirás haciendo tú”.

       ¡¡Ay Dios, pero cuándo perdimos el control los copys!! ¡Estos “artistuchos” están pisoteando y quemando el buen nombre de esta noble profesión!

       Antes éramos los jefes del oficio, talentosos visionarios capaces de cambiar los hábitos del mundo con una frase (con nunca más de ocho palabras).


       No hace tanto los copys, ávidos de inspiración y tinta, frecuentábamos los cafés más selectos con la cabeza bien alta. Las chicas te preguntaban por tu trabajo, y tú, con sutil desdén y mucho orgullo, mientras mordías un cigarrillo camel, respondías en tono interesante: “soy copy…” y eso molaba mucho. En aquellos tiempos éramos los Don Draper de la profesión. Éramos Batman, y no Robin.

       Pero todo eso acabó. La extinción de los copys está servida, y a los que resistimos quieren reconvertirnos en pseudodiseñadores gráficos. 

       Estoy harto de maquetar cartas de restaurantes cutres, estoy harto de borrar las marcas de agua (de las imágenes que roban) y, en definitiva, del jpg, el png, los layout, el artefinal, los troqueles y la santa madre que los parió. Si Valle Inclán levantara la cabeza, del disgusto le crecía el brazo y les sacudía hasta que se le volviera a caer. 


       Nosotros, que solíamos decir “¡las mejores agencias del mundo tienen nombres de  copys!”, qué ilusos éramos… Aspirábamos a ser el nuevo Ogilvy y no a estar sometidos a la dictadura de las imágenes.

       Así que aquí estamos; escribiendo. ¿Quieren que desfogue mi ansia literaria? Muy bien, pues van a flipar. Este animal mitológico, llámenlo Kopy, va a empezar a hincar los dientes.

jueves, 25 de septiembre de 2014

Artículo en Fuera de Serie


Trabajo de diseño y maquetación realizado para Global Premium Brands que apareció en la revista Fuera de Serie del periódico El Mundo.



lunes, 22 de septiembre de 2014

El sabor de las primeras veces


¡Qué especiales son las cosas que se hacen por primera vez! ¿verdad?

Nadie olvida nunca su primer beso, tan lleno de adrenalina, de pintura de labios, todo bajo ese tufillo ochentero que obnubila y de cómo, justo un instante antes, tu virginal vocecilla interior grita a pleno pulmón: “¡Ooouuuyeeaaah madafaca!”

¿Quién podría olvidarlo? Estaréis de acuerdo con nosotros; cualquier cosa hecha por primera vez tiene un sabor inolvidable. Sucede con tu primer vuelo en avión fuera de la “comarca”, tu primera Nochevieja sin hora, tu primer curro, y cómo no, con la joya de la corona de las primeras veces, tu primer gran tralarítralarí… Ay, esas primeras veces…

Desde Katiuska queremos romper una lanza en nombre de esas primeras veces… ¡y clavarla en lo más profundo de todos y cada uno de esos dichosos momentos!

Porque queridos terrícolas, idilios literarios aparte, ¡las primeras veces son un absoluto desastre! Sí, un desastre, ¡y lo sabéis!

Tu primer gran tralarítralarí no tuvo nada de grande, ni de ancho ni de largo. Si recuerdas tu primera Nochevieja sin hora es porque algún colega te la ha contado, probablemente las palabras “ataque de ansiedad” cobraron sentido en mitad de tu primer vuelo. Y en fin, el primer curro (para quien lo consigue) es lo más parecido a recoger algodón en 1840…

Lo siento pero no cuela, en Katiuska estamos radicalmente en contra de las primeras veces y totalmente a favor de las segundas. Y os contamos por qué:

Hace unos tres años y pico, abrimos por primera vez una cuenta en facebook, otra en twitter y el blog de esta web. El resultado, como el de todo lo que se hace por primera vez, no pudo ser más desastroso. Años después (por equivocación) volvimos a mirar las cuentas y el escenario encontrado era tan desolador como los vuelos del aeropuerto de Castellón.

Por eso, con toda la sabiduría y experiencia que nos da el haber fracasado todos estos años, queremos retomar con energías renovadas esta aventura llamada Redes Sociales, comprometiéndonos (con nosotros mismos) a crear contenidos sorprendentes, compartir proyectos y ,sobre todo, desfogar la ira del día a día con cachondeo, mucho cachondeo.

Volvemos más fuertes que nunca. O al menos más fuertes que la primera vez…